VIVIR NOS ATRAPA

¿Hasta Cuándo?

Nadie lo sabe, hasta aquel segundo de tiempo en que nuestro soplo divino se nos escapa.

Quién está preparado para explicárselo a un padre, un hijo, un hermano, un amigo, etc...

Sólo dolor y sufrimiento, a lo anterior muchas veces le acompaña como amiga inseparable la culpa. Algo cómo, debí haber hecho y no hice, debí haber dicho y no dije, o también hice demasiado, dije demasiado etc...

En cualquier caso

¿Para qué?

Para torturar nuestra mente. Olvidando que cualquier pensamiento que albergamos en nuestra mente, resuena, rebota, o se queda anclado en nuestro cuerpo al ritmo de la melodía que estamos pensando.

Mientras aquello suceda, demos gracias una y mil veces por el día, por la vida, por lo que tenemos mucho o poco. La invitación es a vivir el momento presente, sin el pasado que deprime o el futuro que angustia.

Vivamos el ahora, este presiso momento en el que estamos respirando, vivirlo sin hablar solo sintiendo.